¿QUIÉN NO MIENTE?


Daniel de Vicente nos asombra con la madurez de su texto por su juventud. Con solo veintidós años nos presenta una obra teatral, Cordón umbilical, en la que se enfrenta a las relaciones familiares y de pareja, a la identidad sexual y a la mentira. Sobre todo a la mentira. Los personajes se mienten entre sí, se ocultan datos, cimientan sus relaciones en falsedades. No es que no se amen, es que el amor que se profesan no es limpio, no es puro. Está viciado por años de acumular silencios, temores no expresados, miedos que no se afrontan, dudas no resueltas.

Al final, se acaba estableciendo una interrelación entre todos los personajes de la misma manera que ocurre en la vida real con la Teoría de los seis grados de separación. Todos tienen algo en común entre sí, un «Cordón umbilical» que les une. Algo une a la prostituta, que quiere que su amigo gay sea padre de sus hijos, con el yerno de un padre de familia, presionado por su esposa ninfómana a ascender en el trabajo. Algo une a un joven estéril, y su novia con la que va a tener un hijo, con un chico que conoce en un bar de ambiente enamorado de su compañera de piso.

La verdad es que da gusto saber que aún se crean historias con la tormenta, más bien tempestad, cultural en la que vivimos. Da gusto saber que esas historias se dan dentro del reducido mundo de la edición teatral. Da gusto saber que están tan bien contadas por gente tan joven que nos auspicia una nueva generación que se abre camino a codazos, a empujones, a golpe de pluma. Apadrinado por la anterior nueva generación llega una nueva savia dispuesta a comerse el mundo del teatro a bocados.

Esos padrinos son nada más y nada menos que el actor Luis Merlo (en escena ahora mismo con Deseo) y el dramaturgo Juan Carlos Rubio (también con producción en cartelera: Hoy no estoy para nadie). Ellos escriben introducción y prólogo respectivamente a esta edición impresa, publicada con el mimo que les caracteriza por Ediciones Antígona.

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