BAILANDO LUNFARDO

Cartel de la obra
El Buenos Aires con maleta en mano que soñaba con ser París visitó durante unas fascinantes horas el número 19 de la calle Luna (Estudio Luna), deleitándonos con un grito maestro de arte lunfardo que obligó a los espectadores a abandonarse a la guitarra de Anibal Aveiro y la magnífica voz de Valeria Hernández, a perderse entre los tacones y las piernas tangueras de Martín Soisa y Claudia Bedacarratz y a disfrutar con la interpretación de Silvina Rodríguez. No me importó que hubiese pequeños problemas técnicos ya que la propuesta lo compensaba con creces.
Este alarde de maestría en el arte bonaerense, llamado Momentos tangueros nos es ofrecido en un contexto más amplio, dentro del ciclo Encuentros organizados por la Asociación Arte y Fantasía, que pretende casar dos fascinantes disciplinas artísticas como son el tango y el teatro y aproximar la normalmente intocable figura del artista sobre el escenario al público por medio de un espacio reducido y de la pasión y el desenfado de los mejores bajos fondos del otro lado del Atlántico. De hecho es algo buscado la pequeñez del espacio donde encontrarse con el espectador, puesto que así la relación entre el artista y este se intensifica enormemente gracias a la intimidad. Esta destrucción de las distancias y este afán por integrar varias facetas del arte en una sola parcela temporal llevan a la asociación, cada vez que se da una de estas citas y como parte de las mismas, a presentar una exposición paralela de pintura creando un solo tejido que aúna la visión de pintores y bailarines, de actores y cantantes, de artistas y espectadores.
Pugliese y Borges se integran así en una misma pero heterogénea sopa de arte argentino que, a través de ese ardor arrabalero que una vez conquistó París, consiguió el sábado arrebatar de nuevo los suspiros de la vieja Europa.
Gracias, Arte y Fantasía.

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